Vemos todas estas caras y no hesitamos en afirmar: allí están los jerarcas del mundo. Ésta es la élite. Allí esta el poder. Estamos acostumbrados a pensar que la elección política de candidatos es una suerte de manifestación colectiva que designa los cargos a ocupar para ejercer el gobierno, el control y la autoridad de nosotros mismos como constitución colectiva. Elegimos, o más bien, les damos el favor, a unos pocos para que logren hacer lo que entre todos juntos no podemos. Esta electiva no nos deja dudas: les damos el poder. Pero quizás habría que ver, de que hablamos cuando hablamos de poder, de poder político, y que representa. Dudas azotan esta cuestión: ¿Es así tal cual que les damos el poder? es decir, ¿el poder lo tienen ellos? ¿Ellos lo ejercen? ¿A nosotros solo nos toca obedecer? en una escala jerárquica de la sociedad, ¿Quién está por encima ellos o nosotros?
Dussel y el fetichismo del poder.
De la misma manera en la política, la potestas o el poder institucionalizado, que es un ejercicio delegado del poder originario de la comunidad o del pueblo (la potentia), (…) potestas que está fundada en dicho poder del pueblo, se afirma ahora como la sede, como el fundamento, como el ser, como el poder político propiamente dicho. La “voluntad” del gobernante, del representante, de las instituciones, del Estado, que Marx expresa correctamente en “la voluntad es la razón”, se torna el lugar del poder político en nombre del mismo gobierno o gobernante. (Dussel, 2006)
¿Qué es la potentia y la potestas? ¿Qué es esto de la voluntad o del ejercicio? Vayamos por partes.
Enrique Dussel es un filósofo e historiador argentino naturalizado mexicano, fuertemente comprometido con temáticas filosóficas latinoamericanas o políticas. Fuerte defensor de una filosofía de la liberación, buscando siempre estudiar y cambiar los mecanismos opresores que regulan Latinoamérica como excolonia europea, ha desentrañado grandes problemáticas y ha logrado ganarse un lugar dentro de los filósofos más prestigiosos, logrando ser leído no solo donde más se destaca y donde más defiende, América latina sino también siendo reconocido en Europa.
En su libro 20 TESIS de POLÍTICA, Dussel precisa una nueva dinámica política con respecto a los ascensos contemporáneos de la izquierda en América latina. Su búsqueda se basa justamente, en que los movimientos populares americanos post dictatoriales de principios de siglo XXI, empiezan no solo a ser visibles y permitidos, sino, yendo más lejos, a ganar bancas en los altos puestos, o aún más fuertemente, a liderar el país ganando las elecciones presidenciales. Algo que tanto tiempo y esfuerzo costó conseguir debe ahora tener las pautas necesarias para no fallar como fallaron otros, para no sublimarse a lo que hicieron otros gobiernos, a no continuar la rueda del poder que ha debilitado tanto nuestra concepción política.
Ese es el objetivo del libro, independientemente de lo que pasó o no paso en América (2006, fecha de la publicación del libro) y de quién o cómo se juzgue a la historia. Lo importante sin embargo son las bases teóricas que dejo el libro, la manera de entender la política, que exonerándonos de concepciones que arrastramos desde los más antiguos años, no nos dejan entender la política como en verdad debería ser: nosotros elegimos a quienes deberían ordenar, nosotros en definitiva tenemos el poder, somos nosotros, no los que están allí arriba, los que mandan.
A esta inversión y posterior fascinación con el mandato se lo denomina fetichismo del poder, y está fuertemente relacionado con los otros dos términos expresados en la cita: potentia y potestas.
Denominaremos entonces potentia al poder que tiene la comunidad como una facultad o capacidad que le es inherente a un pueblo en tanto última instancia de la soberanía, de la autoridad, de la gobernabilidad, de lo político. Este poder como potentia, que como una red se despliega por todo el campo político siendo cada actor político un nodo (usando las categorías de M. Castells), se desarrolla en diversos niveles y esferas, constituyendo así la esencia y fundamento de todo lo político. Podría decirse que lo político es el desarrollo del poder político en todos sus momentos. (Dussel, 2006)
Si la potentia es el poder en-sí, la potestas es el poder fuera de-sí (no necesariamente todavía en para-sí, como retorno). (…) El proceso de pasaje de un momento fundamental (potentia) a su constitución como poder organizado (potestas), comienza cuando la comunidad política se afirma a sí misma como poder instituyente. (Dussel, 2006)
La necesaria institucionalización del poder de la comunidad, del pueblo, constituye lo que denominaremos la potestas. La comunidad institucionalizada, es decir, habiendo creado mediaciones para su posible ejercicio, se escinde de la mera comunidad indiferenciada. Esta escisión entre potentia y potestas, entre a] el poder de la comunidad política como sede, origen y fundamento (el nivel oculto ontológico) y b] la diferenciación heterogénea de funciones por medio de instituciones que permiten que el poder se haga real, empírico, factible, que aparezca en el campo político (como fenómeno) es necesaria, y marca la aparición prístina de la política, siendo al mismo tiempo el peligro supremo como origen de todas las injusticias y dominaciones. (Dussel, 2006)
No quiero aquí acumular citas y conceptos y abrumar a un posible lector, creo que lo importante de estos términos es que sirven de medio para llegar a la conclusión abrumadora del principio: de alguna forma nos estamos autoengañando con respecto a lo político.
Somos la potentia y elegimos a otros para ejercer la potestas, que esto sea así no significa que el que tiene el poder sea el que ejerce la potestas y que tenga derecho o razón en dominarnos o tomar decisiones por encima nuestro. El punto es en parte ese: ellos nos representan, no nos dominan. Un poder político dominador o dictador es un poder político corrompido. Y esto aplica a ambos bandos de la política, quizás en eso falló tanto la izquierda una vez adquirió el poder, creyó que la dominación justifica los fines cuando en realidad su estructura política esta invertida, los intereses de la potentia toda deben ser escuchados en la medida que son estos los importantes: son estos el verdadero poder.
¿Se llega entonces a la conclusión del título? ¿Son los políticos nuestros dueños? Quizás la premisa sea exagerada, pero es interesante pensarla así en la medida que son ellos quienes de alguna forma la piensan al revés, ellos pretenden ser nuestros dueños.
Gracias por tu tiempo.
Bibliografía:
Dussel Enrique, 2006, 20 TESIS Dе POLÍTICA, Siglo xxi editores.
Efectivamente estoy muy de acuerdo con tu ensayo. De hecho, Foucault entendía el poder no como algo que se posee, sino como algo que se ejerce en relaciones, y muchas veces opera cuando las personas internacional izan Normas o estructuras que limitan su capacidad de actuar autónomamente. Es decir, que nosotros como personas cedemos nuestra capacidad de agenciamiento, para que otros nos gobiernen.
Me gustó mucho. Espero poder seguir leyendo este tipo de textos
El siempre acertado Dussel